martes, 22 de julio de 2008

El Grito

Anoche sacamos fotos, en un lugar que pronto no existirá más para nosotros. Un lugar que no nos vio mucho las caras. Es una pena. Nos hubiera sabido aguantar perfectamente.


Un grito... un grito zarpado pegate. Desde adentro. Uno de esos que duelen. Y se dio, el grito punzante. A dúo.








sábado, 19 de julio de 2008

Lola


Esta es mi perra.

miércoles, 16 de julio de 2008

Fría noche de invierno


El ambiente estaba completamente enviciado. Casi no se podía respirar. Yo estaba todo transpirado y no me importaba para nada disimularlo. Mire mi baso de wisky y verlo vació me lleno de amargura, de desilusión. Comprobé que solo me quedaban unos hielos a punto de derretirse, me los puse en la boca y sentí como un escalofrió tremendo me transito todos los huesos y me llego hasta lo más profundo. En la mesa que estaba a mi lado me miraban dos señoritas y se cuchicheaban algo que me causaba mucha intriga pero al rato me distraje y no les preste más atención. La música del lugar ya me estaba aturdiendo un poco. Estaba disgustado ahí adentro y decidí irme con una impunidad… Cuando me levante note como las señoritas me clavaban la mirada en la nuca. Me di vuelta y las miré fijo. Ellas también se me quedaron mirando fijo, como esperando alguna reacción. Pero no soy bueno para las reacciones. Así que solo sonreí y seguí mi camino hacia la salida. La cual encontré de milagro.
Ya en la calle, respiré profundo, aliviado. El viento frío me golpeaba en la cara, y eso me provoco nuevos escalofríos, claro, la transpiración no me ayudaba. Recordé a mi madre, cuando me decía que me abrigue después de jugar al fútbol. Siempre se preocupo por que me abrigue.
Camine muchas cuadras en la noche. Una noche tenebrosa. Digna de alguna novela policial. Me causó gracia el hecho de imaginarme detective. Y balbucee algunas frases sin sentido. Daba algunos pasos y de repente me frenaba, me quedaba inmóvil unos segundos y muy despacio me daba vuela como si detrás de mí tuviera la cámara a la cual le tenía que actuar. La mirada que ponía era una mirada penetrante. Me estaba imaginando en una película de detectives. Mi pepel no era el de un buen detective, más bien era bastante malo. Torpe.
¿Qué era, una comedia entonces? Era como Peter Sellers en “A shot in the dark” o en castellano “Un disparo en las sombras”.
La cuestión es que saque un cigarrillo, el último que me quedaba. Lo encendí y me senté en el hall de un edificio que solo tenia un foquito. Un maldito foquito que se encendía con el más mínimo movimiento.
Como me ponen nervioso esos foquitos. Esos foquitos indecisos. No saben lo que quieren. Pensaba para mis adentros.
Cuando le di la última seca al cigarro. Paso por delante de mí un perro vagabundo. Hermoso. Con una impronta tal de quien conoce la calle como nadie. Lo observe detenerse a mirar la calle atentamente. Era el dueño de la calle. Observe hasta el más mínimo detalle de cómo se paraba. La cabeza bien levantada, las orejas de la misma manera giraban en busca de los sonidos de la noche. Dio vuelta la cabeza y me miró fijo. Me hizo acordar a las señoritas del bar. Pero con él me sentí mucho más cómodo. Nos miramos como entendiéndonos. Éramos dos vagabundos sin saber a donde ir. Sin saber que hacer. Se relamió como saboreando el hedor de alguna bolsa de basura… y yo quise creer que me había sonreído. Como aceptándome, como si me estuviera permitiendo compartir esa cuadra, esa noche.

Ana


Equilibrio, es el estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente. Y se mantienen inalterables a lo largo del tiempo. En pausa. En equilibrio.
Un estado por demás necesario. Desde mi punto de vista, fundamental.
O también, actos de contemporización, prudencia o astucia, encaminados a sostener una situación, actitud, opinión, etc., insegura o dificultosa. Situaciones en las cuales nuestra capacidad de tomar decisiones sufre una especie de perturbación, que detiene nuestro razonamiento. Logrando la perplejidad, que se evidencia en la mirada perdida. Solo en la mirada, porque nuestros pensamientos ruedan a velocidades incalculables. Más que nunca es necesario el equilibrio.
No es algo que se tiene en todo momento. Es algo que esta ahí, impalpable.
Los polos no son buenos. Una vez, una persona, que no voy a mencionar quien fue, porque no viene al caso, me dijo: Todo asesino, alguna vez, le acaricio la cabeza a un niño. Es verdad. Absolutamente. No digo que este bien salir un poco, solo un poco, a hacerle daño a alguien por ahí, y que en los tiempos libres uno trabaje de niñero. El equilibrio no está ahí. Va, cada uno hará lo que quiera, en definitiva, es lo más saludable. Y cada uno tiene sus propios parámetros de donde están sus polos. Es simplemente un paralelismo.
En fin. Ana buscaba el equilibrio. Y lo encontró cuando al cruzar la calle, un vehiculo azul, de un azul muy fuerte, que se desplazaba a gran velocidad, freno justo frente a ella.
Su primer reacción fue quedarse en pausa. Perdón si soy un poco reiterativo. Trato de narrar lo que ella me contó, con sus mismas palabras. Una pausa que duro años según ella.
No entendía porque ese azul intenso se había detenido a sus narices. Justo frente a ella. ¿Por qué la había elegido a ella cuando había miles de personas más para elegir?
En un punto le gustaba haber sido ganadora, de algo que aun no sabía si la haría feliz. O si sería una de las últimas veces en su vida que se había levantado de su cama con una sonrisa, cosa que pocas veces sentía.
Cuando logro salir del remolino que ocasionaban los recuerdos que le causo ese azul tan intenso, el azul más penetrante que había visto en toda su vida, se abrió la puerta del conductor.
Bajo una mujer de cabellos negros. Llevaba puesto un sobretodo gris, con unas botas negras que le llegaban hasta las rodillas, y dejaban asomar apenas un pantalón negro ajustado. Debajo del sobretodo noto que en el cuello de la camisa blanca tenia una pequeña mancha amarilla. Le molestó. Ana es muy limpia y prolija en todo. Los lentes negros, enormes que le cubrían casi toda la cara también le parecieron exagerados. Tenía una cara larga, exótica, y se paró frente a ella.
En ese momento, se escucho la sirena de una ambulancia, o un patrullero, no supo exactamente que era. Pero las dos voltearon para ver, guiándose por el sonido. Cuando ya el vehiculo giraba la esquina.
– ¿Qué habrá sido? – pregunto Ana.
–No se, pero parecía apurado – dijo la Morocha
Se estudiaron varios minutos. Como si días atrás se hubieran retado a duelo. Y ese era el momento de la verdad, el momento previo a desenfundar y que solo una de las dos quede en pie.
La morocha gano la pulseada y arremetió.
–Te estaba buscando – le dijo.
–Eso ya lo se – respondió Ana. – Lo que no me dijiste es para qué. Puedo imaginar algo, pero no se. Tengo miedo de equivocarme. –
– ¿Que perderías si te equivocas? – pregunto la Morocha
Era una excelente pregunta me dijo Ana. Se quedo pensando unos segundos.
–Nada – le dijo.
–Entonces pregunta – interrumpió la Morocha.
– ¿Te debo algo? – pregunto con un poco de miedo.
–Me debes un montón de explicaciones. Pero no nos vamos a quedar acá paradas todo el día. ¿Me acompañas? – y la invito a subir al auto.
Por algún motivo que desconozco, Ana subió sin decir ni una palabra. El auto olía a limpio, algo que logro bajar sus pulsaciones lo suficiente como para tranquilizarla y disfrutar de haberse animado a vivir esta nueva experiencia… Ana no es de confiar en nadie. Todo lo contrario.
El auto era un Mustang Shelby GT500 KR del 67. Ella lo sabía porque Javier, su ex novio, quien la había dejado hacía 4 meses y 7 días, era un fanático de los autos. Increíblemente, un fanático de ese auto en el cual Ana se encontraba, por lo cual todo el interior del coche le parecía conocido, claro, ya había visto miles de fotos que Javier le había mostrado. La de la cara exótica puso primera y salio arando. Ana atino a ponerse el cinturón de seguridad y a sujetarse fuerte del apoya brazos, dedujo que sería un viaje movido. Miraba por la ventanilla y no reconocía las calles, eran calles que nunca había visto. No le importo.
– ¿Consume mucho? – Pregunto. La Morocha ni la miro. – Este es el coche preferido de Javier. Mi ex novio. Se que tiene un motor muy potente.
Este auto fue protagonista de una película, pero no me puedo acordar ahora de cual era… la tengo en la punta de la lengua. – Dijo Ana al mismo tiempo que sacaba la lengua y se la tomaba con la punta de los dedos, tirando cada vez más fuerte, como queriendo arrancarle vocales y consonantes, y muchas cosas más. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo se empezó a reír. Se tentó. Y no paro por 7 minutos. O un poco más, no supo decirme tampoco.
Siguieron andando. Ya habían pasado por el medio de una ciudad céntrica, habían estado en una ruta de doble mano, por la cual circulaban muchos camiones en la vía opuesta a gran velocidad. Más de una vez tuvo miedo de que choquen de frente contra esas enormes parrillas de los camiones. Tuvo tiempo de dormirse, y cuando se despertó logró reconocer la puerta de una casa. Era la casa de Javier. Se detuvieron. Ana le dijo que no quería quedarse ahí, que prefería que siguieran andando. Pero la Morocha, puso el freno de mano, y se durmió.Ana no tuvo otra opción que ceder ante sus ganas de ver la casa, por más fuerza que hacia para evitarlo, no logro contener sus ojos. Y vio, como nunca antes había visto, esa entrada. Con otros ojos, vio como la casa de despintaba, se descascaraba, se arruinaban las plantas del jardín, se marchitaban. El tiempo estaba pasando súbitamente. Lloró y termino su duelo. Sonrió. Giro para despertar a su nueva amiga y cuando la sacudió se encontró inesperadamente en su cama, desnuda y con mucho frío. Se incorporó y vio a los pies de su cama su sobretodo gris.

martes, 15 de julio de 2008

Digitales

Digitales es una banda muy recomendable para momentos especiales. La conoci en Florida y Diagonal Norte. Sali del subte y me llamo la atención un sonido muy potente. Y me quede a escucharlos antes de ir al ensayo al que me dirigía. Hasta les compre el disco.

Momentos especiales.

Si supieras de lo que somos capaces...

Cuando no tenemos nada que hacer. Hacemos cosas como estas. A mi, me causan mucha gracia.






Inspired by Terranova


No es casualidad, es causalidad. Algun día, quizás, retomemos el proyecto con mi compañero. Por ahora solo se dan estas cosas que mucho distan de un ensayo.


Pablo enviado 15/07/2008 3:53:
ya hay comentarios?
Gustavo dice:
jajaja
Gustavo dice:
no
Gustavo dice:
no tengo ninguno
Pablo enviado 15/07/2008 3:53:
creo q hay comjentarios en el blog de kpucha!
Gustavo dice:
Como nos reimos hoy...
Pablo enviado 15/07/2008 3:54:
siiii!!!!
Gustavo dice:
Mamadera
Gustavo dice:
que estas haciendo?
Pablo enviado 15/07/2008 3:56:
yo deje un comentario no lo leiste?
Pablo enviado 15/07/2008 3:56:
nada me estoy yendo a dormir yaaa!!!
Gustavo dice:
no, ahora lo voy a ver
Gustavo dice:
escuchame
Gustavo dice:
mañana te llamo temprano
Gustavo dice:
esta bien?
Pablo enviado 15/07/2008 3:57:
jajajaj! si decime
Pablo enviado 15/07/2008 3:57:
si,, mañana hablamos!!
Gustavo dice:
bueno
Gustavo dice:
abrazoaaaash
Pablo enviado 15/07/2008 3:58:
ta mañana !! abrazooa!!

lunes, 14 de julio de 2008

Lo primero es lo primero


Me inicio en este mundo cibernético de una manera un tanto peculiar.

Sorpresivamente, para mí, me encontré completando datos en esta pagina, y me tento la idea. La idea de crear algo, que aún no se de que me puede servir. Pero estoy tentado.


Bodonga: K-pucha es (puede ser?) un lugar que te sirva a vos. A mi, a mi vieja, o a alguien...
Pablo: Y a mi?
Bodonga: Si a vos también Pablo. Un lugar para encontrarse y encontrarte, porque no? Porque no?

Pablo: Porque naaooo.

Bodonga: Uno núunca sabe.