viernes, 10 de octubre de 2008

martes, 23 de septiembre de 2008

Caida Libre

En Córdoba hay lo que se suelen llamar Ollas. Espectáculos rocosos por entre los cuales se cuelan ríos que bajan desde la montaña y producen piletas naturales, algunas profundas y otras no tanto. Las profundas, son perfectas para hacer clavadismo. Esto llamo nuestra atención, y un día en las vacaciones fuimos hasta una de ellas. Cuando llegamos nos colamos por entre las piedras buscando las famosas ollas, guiándonos por las risas de la gente. Hasta que nos topamos de la nada con un precipicio de unos 23 metros de altura y allá abajo el agua. Daba vértigo. Así que quisimos probar primero con la más bajita. Nueve metros. Que sirvieron para darme envión, y me terminé tirando desde 19 metros de altura. Dos veces, producto de eso, devino un dolor de cabeza que me trunco las ganas de seguir saltando, desde más altura obvio. Algún día quizás… aunque reconozco que después de varios comentarios me da un poco de miedo.
Aquí la prueba de eso.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Que Haces Ahi?

Y si, ahora hacemos radio…
Mañana no se, pero hoy se nos ocurrió tener un programa de radio.
Los lunes a las 9 de la matina. Tempranito.
Para ponerle pilas al lunes, día complicado si los hay…

domingo, 14 de septiembre de 2008

Una imagen dice más que mil palabras

La acción transcurre en Malargüe. En las tierras del Señor Walser, más puntualmente en una alejada escuela de singular orientación:
Una escuela de servicio doméstico. Corre el otoño de 1932.

Llega Juan Pablo. Se detiene un instante en la fachada del instituto.
Allí se le caen unas moneditas y rápidamente se agacha a recogerlas.
Golpea la puerta. Nadie atiende. Juan Pablo quiere observar por la abertura de una de las puertas. Aparece Krauss. Lo invita a pasar con un barrido de la mirada.

Juan Pablo sigue de espalda, siempre. Ingresa al instituto.
Heinrich y Krauss le van quitando el saco, el sobretodo...
Le colocan el uniforme. Lo alistan, etc.
Schilinski va hacia proscenio y mira hacia el horizonte.

Schilinski: Disculpe, ¿Cómo estaba el camino? ¿Digo, Podía verse desde lejos el instituto?
Krauss: Shilinski...
Schilinski: No, digamé... ¿Se podía ver?
Pausa
Jakob: Apenas, pero se veía
Schilinski: ¿Nadie más caminó hacia acá, no? ¿Nadie estaba perdido buscando instrucciones? ¿Nadie con un mapa mirando para todos lados, no?
Jakob: No

Schilinski: (A krauss) Igual, insisto en que habría que hacer un cartel. (Decidido) Hay que hacer uno, y señalizar el camino.
Krauss: ¿Por que en vez de perder el tiempo no...?
Schilinski: ¡Es mi tiempo! (Pausa, se contiene) Es mi tiempo. Yo me voy a encargar de buscar la madera... vos a lo tuyo, que yo me encargo de todo... (Pausa. A Jakob) Perdón...
Krauss: Si, disculpe...

Schilinski gira a Juan Pablo frente al público. Ya posee el uniforme.

Krauss: ¿Quiere inscribirse?
Jakob: Si ¿Podría hablar con el Señor Walser?
Heinrich: Por supuesto.

Juan Pablo se ha convertido en el nuevo estudiante del Instituto Walser.
Su nombre será desde éste momento: JAKOB VON GUNTEN.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Marvi´s House

Un yoistick en la mesa desenchufado, desalineado, frio. De botones pequeños, y flechas y una palanquita gomoza que gira loca loca loca loca. Yo estoy loco.

jueves, 4 de septiembre de 2008

martes, 2 de septiembre de 2008

La ruptura del eje


Una estrella de cinco puntas dibujada en el piso con sal, encerrada por una cinta de seda roja formando un círculo con un diámetro de setenta centímetros aproximadamente. Un vaso de leche lleno hasta la mitad, armoniosamente colocado en el centro de la estrella. De fondo, un tema muy bizarro de Frank Zappa. Y ella que me miraba fijo desde que se sentó. Desde hacia cuarenta minutos. Sentada en ese banquito chiquito al lado de la puerta decorada al mejor estilo hippie. Una luz tenue, extremadamente tenue, al punto de causarme dolor de cabeza. O quizás la jaqueca sea producto de los tres sahumerios estratégicamente diseminados por la habitación. Como si hubiera estudiado desde que ángulo, ayudado por la ventisca de la banderola del baño semiabierta, el humo penetrante podría viajar mejor hasta donde yo estaba.
De repente me vibro el celular. Nos sorprendió a los dos. Y ella me miro fríamente, con la misma mirada que me ponía Marta, mi maestra de sexto grado, cuando me mandaba alguna cagada.
Concentrate me dijo, y me saco el celular.
La magia esotérica no es lo mío, siempre lo pensé. Pero ella era muy linda y me dijo que quería llegar a la conexión desde otro lugar. Vos no lo vas a entender me dijo, terminantemente. No tuve lugar a replica. Me quede callado.
Al rato de estar en silencio los dos, se levanto, se paró justo adelante mío y muy pausadamente me pregunto si estaba preparado.
Si, contesté.
Soy un pelotudo pensaba por dentro.
Me tiro una risita chiquitita, casi imperceptible y se fue a su dormitorio.
Que carajo… Me dije a mi mismo, soy un forro. Ya la estaba pasando como el culo. Me quería ir a la mierda, se me habían acalambrado las piernas por completo… me sentía un gil.
Hasta que volvió al santuario improvisado que me había armado y se volvió a parar adelante mío…
Yo ya estaba medio cagado. A esta loca casi no la conocía... Pero me tengo que joder, yo solito me meto con loquitas como esta.
Y saco desde atrás de su espalda sosteniéndolo con las dos manos un tremendo consolador de color fucsia. Enorme.
La miré fijo. Atónito. Como si toda la parafernalia budista me hubiese surgido efecto. Pausa.
Por la cara que tenia, sus intenciones no eran las mejores…
Le pregunte que carajo quería hacer con eso.
Y me dijo que quería usarlo conmigo. Que tenía la fantasía de metérselo por el upite a algún tipo desde hacia varios años, pero que hasta el momento nunca lo había logrado.
No era la mejor manera de pedirme semejante cosa. No a un tipo como yo. Ni siquiera tuvo la sutileza de indagar un poco sobre cuales eran mis gustos personales. Me sentí violado.
Me di cuanta de que me estaba hablando muy enserio y me levante parsimoniosamente.
Para cuando la sangre volvió a fluir por las venas de mis piernas ya estaba caminando por la calle con un pucho en la boca. Como si hubiese estado cogiendo por horas. Pero con un quilombo en el marote…